La nieve no es blanca. Tal y como suena. Pese a que recientemente la borrasca ‘Filomena’ nos ha mostrado prácticamente a toda España de ese color. Pero de la misma forma que sabemos que el agua del mar no es azul, sino que este color tan característico procede del cielo reflejado en su superficie, con el blanco de la nieve sucede algo parecido, ya que así es como se refleja la luz solar sobre los copos. En realidad, la nieve es incolora. Pero además, teniendo en cuenta esto, podemos hablar de nieve azul, si la contemplamos a una cierta distancia, o de nieve roja o rosada. Este último fenómeno se da en algunas zonas de montañas, a causa de la presencia de unas algas microscópicas llamadas Chlamydomonas nivalis, o bien por la simple polución del aire.

En cuanto al tamaño habitual de los copos es en torno a 1 cm de diámetro pero hay constancia de un caso insólito. Según el libro Guinness de los récords, el mayor copo de nieve de la historia se registró el 28 de enero de 1887 en Fort Keogh (Montana, Estados Unidos), con un diámetro de 38,1 cm.