“El buen pan se hace con paciencia y una silla”

Narrar el trabajo de cuatro generaciones de panaderos no es tarea fácil, si lo pensamos, desde que tenemos uso de razón, nuestros padres y abuelos han intentado que nunca falte el pan en nuestra mesa, y aunque esta frase no la interpretemos de forma literal, este fue el objetivo de esta estirpe de panaderos, hacer siempre un buen pan, algo que requiere paciencia y experiencia.

Más de 80 años preceden a esta empresa familiar, que no empezó ni mucho menos como la conocemos ahora, fue el abuelo Leocadio Carrión quien allá por 1932 comenzó el oficio en su pequeña panadería, donde poniéndole una caja de madera a su hijo Jesús Carrión, este podía alcanzar la mesa donde liaban a mano los panes, a la temprana edad de 8 años.

Izq. y centro: Repartidores de Pan Carrión haciendo uso del método tradicional de los años 40. Dcha.: Tercera y cuarta generación en la nueva Panificadora Pan Carrión.

Hablando con Miguel Ángel Carrión, tercera generación, nos cuenta que, aunque fue su abuelo quien inició a la familia en el mundo de la panadería, fue su padre Jesús Carrión Caminero, quien en los años 40 dio un giro al negocio familiar, ampliando la gama de productos y utilizando para su distribución, los medios de transporte de la época que estaban a su alcance, como eran mulas que portaban cuévanos (alforjas de mimbre) o carros tirados por estas, haciendo un reparto a domicilio en toda la población y aledaños, una práctica que por aquella época no era muy conocida. También recalca Miguel Ángel que “la panadería como oficio, requiere pasión, experiencia y entrega, pues una persona que realmente no sienta amor por este oficio no soportaría sus exigencias”, algo que ya tenía bien aprendido de sus antecesores.

Pasión por el trabajo.- Era tanto el amor de Jesús Carrión por su oficio y tantas sus ideas novedosas, que se llegó a juntar con tres fábricas de panadería entre Argamasilla de Calatrava y Puertollano, a las cuales cambiaba la estrategia de trabajo, haciéndolas rentables y generando nuevos empleos, llegando así a formar una plantilla de más de 30 trabajadores directos e indirectos, la primera de ellas se abrió en la Calle Asilo, número 11, de Puertollano, edificio que podemos encontrar aún allí.

Miguel Ángel recuerda cómo su padre aumentaba el negocio a base de esfuerzo y sacrificio, incluso familiar; a diario, su padre preparaba las levaduras o masas madres, utilizadas cada noche en las distintas “cochuras” de pan que elaboraban. A la vez que su intención siempre era innovar en el negocio, no perdía las buenas costumbres de elaboración del pan tradicional, haciendo mención, como chascarrillo frecuente a la frase: “El buen pan se hace con paciencia y una silla, deja que fermente la masa tranquilamente, y conseguirás un pan sabroso y con un aspecto hermoso”.

Izq.: Pincho de pan de los años 30 utilizado para canalizar la salida de gases creados por la fermentación. Dcha.: Jornada de puertas abiertas a personas mayores para ver la elaboración de panes.

Nos contaba también Miguel Ángel entre risas, que, en la época de su padre y abuelo, allá por los años 30, la forma de reparto del pan era de casa en casa, con mulos, los mismos quienes ante la falta de experiencia de un repartidor novel, enseñaban la ruta de reparto, incluso se daba la circunstancia de que si el repartidor se entretenía en tomar alguna caña de más, era la propia mula quien retornaba a su base en solitario.

En aquella época la panadería era un negocio fructífero, por considerarse el pan un alimento necesario en la dieta diaria, alimento al que se le daba la importancia que merece, y que parece que se ha ido perdiendo con el paso de los años, entre otras cosas por los perjuicios nutricionales mal atribuidos.

Aunque Jesús Carrión Caminero fue el verdadero fundador de este legado que llega hasta nuestros días, una persona emblemática en Puertollano, respetada y respetuosa que ofrecía lo mejor que tenía a todos aquellos que lo necesitaban; fue su hijo Jesús Carrión García, tercera generación, quien vino a dar un aire fresco a la panadería, acercando nuevos productos como la Baguette, la Chapatta o el pan precocido que terminaba de cocer en la tahonas, en su momento el buque insignia de Pan Carrión.

Nuevo giro a la panadería.- Tras el fatal fallecimiento de Jesús Carrión hijo, fue su hermano Miguel Ángel Carrión, quien continuó conservando, junto con su hijo José María Carrión, cuarta generación de panaderos, el modo de negocio de sus antepasados, dando un nuevo giro a la panadería, centrando sus objetivos en el suministro a grandes hipermercados, restauración y sector servicios y ampliando el negocio a nivel nacional.

 

Izq.: Mecanización de los hornos en 2020. Dcha.: Premio Gran Selección 2016 al Mejor Pan de Cruz.

Desde la creación de Pan Carrión, hasta nuestros días como gran empresa, los valores primordiales son: la elaboración de productos de calidad, un servicio personalizado a cada cliente y sobre todo la seguridad alimentaria de sus productos. No por casualidad, recientemente obtuvieron el premio Gran Selección al mejor Pan de Cruz de Castilla- La Mancha, que realmente elaboran desde 1940.

Miguel Ángel no olvida que el principal valor de su empresa es el equipo humano que la forma, quienes, salvando todo tipo de adversidades, en ningún momento han faltado a la tradición y esencia de Pan Carrión.

Texto: Sara Safarnia
Fotos: Pan Carrión, Ayer&hoy