Tradición y calidad siempre de la mano

Con la globalización, la facilidad para conectar con el resto del mundo y personas, las compras rápidas por internet y el ajetreo de vida que llevamos, tendemos a olvidar las tradiciones y las buenas costumbres y justo eso es lo que nos recuerda la tienda de Ultramarinos Colado.

Entrar a este establecimiento es viajar al pasado, pero sin perder la esencia de lo novedoso, “ultramarinos” hace referencia a productos que antiguamente procedían de ultramar, como café, especias y otros alimentos de importación.

Sofía Colado, actual dueña de la tienda y cuarta generación a cargo del negocio, nos cuenta que fue su bisabuela Balbina quien comenzó este negocio familiar en su propia casa, en la calle Ave María de Puertollano, en el año 1940.

Gracias al esfuerzo y al proyecto de Balbina, pronto su marido Felipe Colado pudo abrir la primera tienda física en la calle Soledad, la misma calle en la que podemos encontrar actualmente la tienda, un local que destacaba y destaca por sus productos de calidad como el bacalao, las grandes latas en conserva, ideales para las familias de la época, o el café.

Otras generaciones vinieron después: el abuelo Valentín, segunda generación; Pedro Colado, tercera generación, y Sofía cuarta generación, que tomó las riendas de la tienda una vez se jubiló su madre, quien se hizo cargo de Colado a causa de la pronta pérdida de su marido.

Izq.: Fachada de la antigua tienda. 

Y aunque el negocio familiar es legado de Balbina y Felipe, fue Pedro, tercera generación, quién dotó a Colado de la esencia que le caracteriza, como bien cuenta Sofía y clientes, éste vivía por y para su tienda.

Actualmente la tienda a la que podemos acudir la encontramos en la calle Soledad, número 1, pero esto no siempre fue así. La familia y, sobre todo Pedro, fue el principal impulsor de la grandeza de su negocio, fue por ello por lo que cuando su padre Valentín se jubiló, Pedro compró el actual local, que se encuentra justo enfrente de lo que fue la primera tienda abierta por el bisabuelo Felipe. Algunos años estuvieron moviéndose entre lo que fueron los dos locales, hasta que llegó Sofía y decidió decantarse por el número 1.

Lucha y devoción.- A Pedro Colado, aunque faltó muy pronto, lo recuerdan como un hombre luchador que sentía devoción por su tienda, y que llevaba el negocio mucho más allá, este se encargaba de suministrar productos a muchos restaurantes, kioscos y otras tiendas del pueblo, algo no muy común en aquel tiempo, pues no solo se limitaba a atender a sus clientes, sino que también expandía por el resto de Puertollano la calidad de sus buenos productos facilitándole la venta a otros.

Como es normal, a las generaciones más jóvenes a veces les pesa el legado familiar, Sofía recuerda entre risas que, aunque asumió la responsabilidad total de la tienda hace cinco años; desde que nació trabaja allí prácticamente, sus fines de semana, sus festivos y sus vacaciones las recuerda despachando caramelos y frutos secos en la tienda de su familia, y a día de hoy se siente orgullosa de seguir con su legado familiar, manteniendo siempre viva la esencia de su padre y de sus abuelos y queriendo continuarla durante muchos más años y generaciones.

Un dato que seguramente no sepamos sobre la actual tienda es que el suelo que pisamos diariamente cuando asistimos a comprar nuestros productos, es el suelo del primer local de 1940, un tesoro que quiso conservar Sofía y que añadió a la tienda nueva, al igual que las estanterías que vemos con los productos, o al molinillo de pimienta que sigue funcionando desde los años 40, junto con el cortador de bacalao. Es por esto por lo que hablamos de conservar tradición y esencia, pero sin perder la novedad de los tiempos, la tienda guarda una magia especial, podemos encontrar artilugios con más de 70 años, pero también la modernidad, la limpieza y el orden de lo nuevo, con iniciativas como la reducción de plástico, por ejemplo.

Izq.: Sofía Colado, dentro del histórico establecimiento. Centro: La abuela Amelia con Sofía en brazos en 1978. Centro: Valentín y José María en la primera tienda en abril de 1976. 

Hoy en día, Sofía se siente agradecida con Puertollano, su clientela fija nunca falla, y esto se debe también a la calidad de los productos que ofrecen, de hecho, los proveedores a los que compra Sofía siguen siendo los mismos a los que compraban sus abuelos y sus padres.

Mercado, sabor y producto.- En cuestión de productos, la calidad es indiscutible, empezando por las especias, que se pueden moler en el mismo momento de la compra, pasando por el embutido que se compra en una dehesa familiar, todo natural, hasta las legumbres y otros alimentos todos de temporada, ese es su principal objetivo, ofrecer a sus clientes unos productos de mercado que realmente conserven el sabor y las propiedades que los caracterizan, es por ello que, según la época del año en la que visitemos la tienda, las especialidades vayan variando.

Sofía considera que tradición y calidad son las bases de su negocio, sus ideas no paran de revolotear y pronto podremos a través de un clic acceder a sus productos por su página web, para que tanto la ciudad de Puertollano como otras personas de la comarca puedan disfrutar de alimentos de calidad.

Aunque como consejo, si tenéis la oportunidad de visitar la tienda, es toda una sensación de familiaridad, de aromas y de colores que convencen a cualquiera de que todo lo que probéis de allí, será un acierto seguro.
Texto: Sara Safarnia
Fotos: Ayer&hoy, Ultramarinos Colado