Tonerre es un pequeño pueblo francés de la región de Borgoña que guarda un misterio desde su fundación, allá por la época romana. Cuenta con un enorme pozo, conocido como Fosse Dionne, un manantial kárstico (un karst es una región irregular de piedra caliza con sumideros, arroyos subterráneos y cavernas) que arroja un promedio de 311 litros de agua por segundo, lo que es una descarga inusualmente alta. Los celtas consideraron esta fuente sagrada y los franceses lo usaron como piscina pública por un tiempo. Pero nadie ha conseguido averiguar de dónde proviene exactamente el agua. Y quienes lo pretendieron, murieron en el intento. En 1974, dos buzos emprendieron la navegación por el laberinto de cámaras del manantial. Ninguno regresó para contar lo que había visto. En 1996, otro buceador lo intentó, pero también perdió la vida. Durante muchos años a los buzos se les había prohibido bucear en esta piscina, hasta 2019, cuando el buceador Pierre-Éric Deseigne se comprometió a explorar 370 metros de túneles. Afortunadamente, regresó con vida, pero sin encontrar la fuente del manantial.